UNA HISTORIA, UN DESAFIO
EL CONEJO EMPRENDEDOR QUE CONQUISTÓ LAS ESQUINAS DE NUEVA YORK
EL INICIO
En Chile, Luis Martínez, apodado “el conejo” por sus amigos, había sido salvavidas, junior de oficina, repartidor de películas, vendedor de corbatas, zapatos, relojes y ascensorista. Esto antes de entrar a trabajar como empleado bancario.
Hacia principios de la década de los ’90, atestado por las deudas, Luis comenzó a darse cuenta de que no veía claridad sobre su futuro en Chile por lo que, sin saber una gota de inglés, con dinero para un día y sin conocer a nadie allá, compró un pasaje a Nueva York.


DONDE TODO EMPEZÓ
EL PRIMER CARRO DE MANÍ
Caminando por la calle olió maní confitado, se acercó y pidió una bolsa. El dueño del carro era chileno y lo invitó a conversar un rato. Ese día comenzó a trabajar con Jorge González, que había iniciado la aventura en un carro de maní un tanto descuidado, con poca variedad. Luis, por su parte parecía haber encontrado su profesión. Su divertida personalidad extrovertida lo llevó a superar la barrera del idioma y con su risa y humor lograba vender increíbles cantidades de maní. La aplicada planificación que ponía en todo lo que hacía dio un excelente funcionamiento a su carrito y cada día lograba superar el récord del día anterior.
